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Kirchner: ¿moderno o tradicional?

Publicado: 2010-10-30

Quien haya visto y seguido el entierro del expresidente Néstor Kirchner bien se puede preguntar si aquella división entre una izquierda moderna y otra tradicional tiene sentido. Kirchner fue un mandatario calificado por la derecha y por algunos izquierdistas modernos, como de “autoritario”. A esta visión contribuyó también un sector académico –que está más cerca de los libros que de la realidad– que le sumó el mote de “populista”.  Kirchner fue ubicado así en ese grupo de líderes “autoritarios y populistas”, como Chávez, Morales y Correa, por su política confrontacional, antineoliberal, sin dejar de mencionar las acusaciones de corrupción y de tener un proyecto familiar. Sin embargo, cuando uno observa el llanto de Lula, de Chávez o de Correa durante este entierro histórico y multitudinario, uno  se vuelve a preguntar si estos mismos líderes de izquierda se sienten tan distantes uno del otro. ¿Existe realmente una izquierda moderna y otra tradicional?

Es cierto que entre ellos existen diferencias que obedecen a diversos factores que van desde el temperamento personal hasta los contextos nacionales y las tradiciones políticas, que imponen talantes y carismas distintos. Hacer política (y ello incluye dirigir la economía) en Bolivia, como hace Evo Morales, es muy distinto que hacer política en Argentina o Perú. Sin embargo, creo que todos ellos, unos más que otros, han logrado algo que los propios argentinos reconocían: el regreso de la política, de la militancia, de la juventud y la construcción de nueva identidad popular que ha permitido que las izquierdas, con sus matices y diferencias, se instalen una vez más en el imaginario latinoamericano.

Pero también este hecho plantea otro problema. En el Perú, tanto la derecha como un sector de izquierda hacen hincapié más en las diferencias entre estos líderes que en sus similitudes. Incluso Lula o Bachelet son usados como una suerte de escudo protector frente a las acusaciones de la derecha de pertenecer a la izquierda a la que pertenece Chávez y pertenecen, por ejemplo, Evo  Morales o  Rafael Correa.

Es cierto que la muerte une, como ha sucedido con la desaparición temprana de Néstor Kirchner. Pero, vuelvo a preguntar: ¿todos los presidentes que asistieron a este entierro se sienten tan diferentes como para no poder impulsar un proyecto común en A. Latina? Y creo que la respuesta es no. Todos ellos –insisto, con sus diferencias y similitudes– venían trabajando por un proyecto común. Y eso, creo también, es hacer política: juntar lo que une y discutir las diferencias. El límite en la izquierda, disculpen mi populismo, es si estamos cerca o no del pueblo. La multitud doliente que acompañó por última vez a Néstor Kirchner, pero sobre todo a Cristina Fernández para darle la fuerza que requiere en estos momentos para seguir cambiando su país, nos dice cuán cerca estaban de un pueblo que ellos mismos ayudaron a recrear.

Por eso es bueno recordar las palabras de Fernando Krakowiak en el artículo titulado ‘Sobre utopías y conflictos’, publicado en Página 12 (29/10/10): “Su empeño por marcar las diferencias puso al ex presidente Néstor Kirchner mucho más cerca de esa corriente que apuesta a construir a partir del reconocimiento del conflicto que de las tendencias totalitarias que le endilgaron algunos opositores y analistas políticos. Es justamente al revés: muchos de los que durante todos estos años le pidieron a Kirchner que no confrontara son los que no soportan que se expongan esas diferencias y buscan disimularlas con discursos que apelan a una igualdad sólo retórica, capaz de legitimar y garantizar su poder. La multitudinaria movilización popular y las muestras de dolor que motivó la muerte del ex presidente evidencian que no son pocos los que se dieron cuenta”. Eso creo que es ser de izquierda, más allá de que uno sea moderno o tradicional.

La República 30/10/2010


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DISIDENCIAS

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