Escenarios electorales
Con el lanzamiento de Alejandro Toledo y con la designación de Mercedes Aráoz como candidata del Apra, la carrera presidencial se inició formalmente. Sin embargo, todavía falta un buen trecho. Queda pendiente el lanzamiento de otras candidaturas, pero también las posibles alianzas entre los diversos grupos políticos. No obstante, una pregunta hasta ahora ausente en los análisis es sobre qué ejes políticos se ordenará el futuro escenario electoral. Es cierto que ello dependerá de las estrategias electorales de los candidatos. Cada uno buscará construir, como es lógico, el escenario que mejor le convenga. Pero es posible decir algo sobre ello.
Un primer eje sobre el cual se puede dibujar este futuro escenario es entre candidatos prosistema y antisistema. El segundo es entre aquellos que proponen el cambio o la continuidad del modelo económico neoliberal. El tercer eje es entre la renovación de la política (también se puede leer como creación de una nueva representación política) o el mantenimiento del statu quo. El cuarto es entre aquellos que representan a los de “abajo” versus los candidatos que personifican a los de “arriba”. Y, finalmente, el eje izquierda-derecha tal como sucedió en las últimas elecciones en Lima y en algunas regiones.
Si se aceptan estos ejes se puede decir lo siguiente: a) Ollanta Humala y Keiko Fujimori representan las candidaturas “antisistema”, los otros serían los llamados “prosistema”; b) solo Ollanta Humala aparece, hasta ahora, como el candidato del cambio, el resto, incluyendo a Keiko Fujimori, expresaría la continuidad; c) ninguno de los candidatos representaría una auténtica renovación democrática de la política; d) Ollanta Humala y Keiko Fujimori podrían ser los candidatos que mejor expresen a los de “abajo”; y e) Ollanta Humala es probablemente el que represente a la izquierda. Un punto importante para entender esta suerte de clasificación es que los candidatos “antisistema” no se definen por el eje cambio o continuidad del modelo económico neoliberal, sino más bien porque aparecen como alternativos a la clase política y a los llamados partidos tradicionales. No es extraño que tanto Ollanta Humala como Keiko Fujimori compitan por un mismo electorado.
El otro punto importante es el siguiente: lo más probable es que en la primera vuelta se defina qué candidato “antisistema” y cuál del bloque de los “prosistema” pasen a la segunda vuelta. Dicho de otro modo, los ejes continuidad-cambio, arriba-abajo e izquierda-derecha –que son los que le dan sentido a una candidatura en esta primera etapa– serán claves para definir los posibles triunfadores. Ahora bien, si se acepta lo dicho hasta aquí, en la segunda vuelta, el eje renovación de la política (o construcción de una nueva representación) será el más importante, puesto que los otros ejes, en la práctica, se definirán en la primera vuelta.
En este contexto el problema central en la segunda vuelta es qué candidato será capaz de proponer una mejor y nueva representación política tanto de aquellos electores que votaron por él como de aquellos otros que no lo hicieron en la primera vuelta. Y ello es así porque dicho candidato tendrá que “convencer”, principalmente a los electores que no votaron por él, que sus desacuerdos serán tomados en cuenta y tratados de una manera democrática y “realista” en un futuro gobierno.
La solución a este problema, por lo tanto, no descansa únicamente en lo que podemos llamar la “potencia” del candidato, sino también –y, acaso, sobre todo– en la capacidad de construir nuevas relaciones con los electores que le “digan” que lo propuesto en la primera vuelta se cumplirá, pero en un marco incluyente porque se reconoce que existen desacuerdos. Dicho de manera simple: el punto clave para un candidato progresista está en cómo combinar una propuesta de cambio del sistema político y del modelo económico neoliberal con una democracia que reconociendo su origen plebeyo o popular –y, por lo tanto, conflictivo– sea al mismo tiempo integradora.
La República 13/11/2010