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Lo social y lo político

Publicado: 2010-12-18

Una de las características del contexto nacional es esta fractura entre el escenario social, por un lado, y el electoral, por el otro. Dicho en palabras simples: los conflictos sociales y las luchas de los pueblos van por un lado, y las elecciones y la mayoría de candidatos por  otro. Un hecho –que espero sinceramente no suceda– es el anuncio de que Alberto Pizango, líder del movimiento social más importante de los últimos años –me refiero a la protesta de los indígenas amazónicos que acabó infortunadamente en el famoso “Baguazo”–, puede terminar como candidato presidencial del partido de los fonavistas, una organización marginal que se mueve en los extramuros de la política. No hay, pues, ninguna proporción como tampoco relación entre el movimiento social que representó Pizango y la organización que lo podría acoger políticamente.

El movimiento fonavista es, como se dice, monotemático y está restringido  a un sector de trabajadores formales, mientras que el amazónico indígena alcanzó una dimensión a nivel país que replanteó la agenda nacional. Además dio lugar a un hecho inédito: la visibilidad de un sector social que, hasta ese momento, era desconocido. No es posible políticamente que un movimiento social inclusivo, como el amazónico, y que tenía como virtud el plantear una nueva definición del todo social, justamente por su carácter inclusivo, termine en una organización tan pequeña y pasajera como es la fonavista. Y si bien este hecho (insisto: ojalá que no tenga lugar) configura lo que podríamos calificar de tragedia política, nos debería llevar a reflexionar sobre el momento político, los actores políticos y la política misma.

Queda claro que hoy existen partidos que podemos tipificar de “vientres de alquiler”. Hay que tener en cuenta que existen 27 organizaciones inscritas y que algunas de ellas están dispuestas a “vender” su patente o membresía. Eso fue Cambio Radical. Existen otros que podemos calificar de “guardaespaldas”. Es el caso de UPP que ha sido aceptado como aliado por Solidaridad a cambio de protección política a Luis Castañeda en el Congreso (el congresista de UPP José Vega Antonio es presidente de la Comisión de Fiscalización). Ahí está, como diría Cantinflas, el detalle. También están los que podríamos llamar “sobrevivientes del Titanic”, es decir, aquellos que se alían con partidos más fuertes con el solo objetivo de sobrevivir. Un ejemplo es Renovación Nacional. Y finalmente están los que buscan una cabeza o más bien una locomotora (los “head hunter” de la política). Este es claramente el papel que ha jugado en estas últimas elecciones regionales Alianza para el Progreso.

Por eso debe quedar claro también que aquel que logre romper con estas lógicas perversas, que en nada ayudan a la democracia y al fortalecimiento de los partidos, estará dando un paso adelante. La suerte de Pizango, más allá de gustos y colores sobre este personaje,  es un buen test político.  

Nota: El 16 de diciembre, el Congreso nacional aprobó la ley denominada Procine. Lo hizo violando su propio reglamento, pasando por alto de manera grosera a la Comisión de Educación y Cultura, y con escaso debate, en el que además gran parte de los congresistas revelaron un notorio desconocimiento de lo que estaba en discusión y del tema del cine. La mayoría del Congreso, conformada por el Apra en alianza con el fujimorismo, principales promotores del proyecto, y otros sectores de la derecha (el PNP votó en contra), dieron su voto, sin mayor trámite, a favor de una Ley de Cine lobbista promovida por las llamadas “majors” (las cinco grandes distribuidoras). Con esto se completa la dominación de nuestra cinematografía por Hollywood y sus empresas, quienes además de no pagar impuestos por el ingreso de las copias de películas, transferirán a su matriz central US$ 5 millones adicionales al año, según cifras actuales, continuando asimismo con su política de relegar y maltratar la presencia del cine nacional en las pantallas.

La República 18/12/2010


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Un blog de Alberto Adrianzén