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El pacto como posibilidad

Publicado: 2011-04-16

Una democracia es aquella capaz de albergar en su seno una pluralidad de posiciones, actores e intereses. Sin embargo, para que esa pluralidad sirva para consolidar, estabilizar y profundizar dicha democracia debe tener, también, la capacidad de dialogar y pactar. Aquel famoso aforismo de Ramiro Prialé afirmando que “conversar no es pactar” también puede ser leído como expresión de esa enorme dificultad por llegar a pactos y acuerdos, ya que política no es solo hablar.

Pasando a nuestro proceso electoral reciente se podría decir que la afirmación anterior se evidencia en  dos mensajes importantes de los electores: a) que se cumpla lo prometido, es decir que se pacte con los electores; y b) que los políticos lleguen a acuerdos.

Sin embargo, hay un sector de la derecha, y allí  incluyo a algunos medios de comunicación, que viene diciendo que conversar, dialogar o pactar es expresión de una política tradicional. Llaman a esto “cubileteo” o “negociaciones bajo la mesa”. Incluso afirman que se buscaría la impunidad o la protección de los políticos. Estas y otras afirmaciones, en verdad, resultan graciosas ya que son esos mismos grupos los que se han  pasado la vida “cubileteando” y negociando ellos mismos “bajo la mesa” para, justamente, excluir, no dialogar y no pactar entre sectores distintos y/o diversos.

Es como decir: la democracia la practicamos solamente “nosotros”, los “otros” no tienen el derecho a negociar ni a pactar, solo les queda obedecer. Eso, en palabras simples, ha sido un poco nuestra historia. Hay un grupo que solo quiere mandar y que se ha negado sistemáticamente a pactar con los “otros”.

Hoy estamos frente a la posibilidad de encontrar un camino que nos libere de este viejo problema. La idea de consensuar un programa de gobierno, como ha planteado Ollanta Humala en estos días, entre diversas fuerzas sociales y políticas es esa posibilidad. Pero también es la posibilidad, como lo dijera Valentín Paniagua en su primer discurso como Presidente, de inaugurar un largo ciclo democrático. La condición es clausurar el ciclo autoritario que el fujimorismo inauguró con el golpe de Estado el cinco de abril de 1992 y que hoy se quiere perpetuar. Un ejemplo de ello son los recientes rumores de una amnistía para el dictador Alberto Fujimori.

Sabemos que esto no es fácil. Y si bien el autoritarismo no tiene como única expresión al fujimorismo sabemos bien que es éste quien lo representa políticamente. Recomiendo que busquen en el Facebook la página: “Vergüenza Democrática” para que puedan darse cuenta de lo que está en juego. Como ejemplo de este autoritarismo –que es al mismo tiempo racismo y, hasta diría, fascismo– transcribo a continuación algunas de estas frases: “cholo desgraciado hideputa indio imbécil”; o “mis ojos se llenan de lágrimas no puedo creerlo… no hay esperanzas… son los peores resultados electorales que he recibido… tristemente tiendo a aceptar que necesitamos a Pinochet”; o “Partido Aprista, Alan! Esta vez acepto que hagas fraude. Por favor”; o esta otra frase que es de una twittera: “es mejor pagarle la multa a tu empleada  a que le dé un voto a Ollanta”.

Incluso un reciente e interesante artículo de Nelson Núñez V. (“La polémica entre Palacios y Tapia”) que asume la defensa de Carlos Tapia, señala lo siguiente: “Un tema que se agregó durante la noche (se refiere a la polémica) fue la aparición de una cuenta de Facebook donde publicaban la dirección del domicilio de Carlos Tapia, y varios ponían cosas como “Se busca un patriota que envíe una bomba a la sede del partido de Humala!!! Será recompensado como héroe peruano!!!” o “es un maldito terrorista reciclado, como la gente que acompaña a Humala y muchos más”.

Sabemos que el camino hacia un acuerdo entre diversos no es fácil. No porque esté empedrado de buenas intenciones sino más bien porque está lleno de racismo, autoritarismo, desconfianza y personas que solo quieren mandar.

La República 16/04/2011


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