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Fase final de la campaña

Publicado: 2011-05-14

En estas últimas semanas la derecha y el fujimorismo –que no son lo mismo pero son iguales– han realizado una feroz campaña contra el programa de Gana Perú. Incluso, como parte de ella, han aparecido una suerte de “sacerdotes y sacerdotisas”,  que, como nuevos exégetas de este “libro sagrado”, nos han leído todos los días un fragmento: “Ahora leeremos el capítulo quinto versículo del 10 al 20: Y dice Ollanta Humala…”.   Esa es la rutina que cada mañana y cada noche leemos o escuchamos en diversos medios.

En algunos casos estos nuevos exégetas acusan al programa de Gana Perú de blasfemia y de herejía. Se rasgan las vestiduras, como verdaderos fariseos, y afirman que este programa  hay que tirarlo al tacho de basura y, hasta incluso, enviarlo a la hoguera. Esto que puede ser una inocente metáfora, acaso un poco exagerada y de mal gusto, no es ninguna broma. La historia tiene varios ejemplos de esta suerte de piromaníacos del saber y de la cultura. No solo se han quemado libros en la Alemania nazi, también en la antigua Alejandría, en el México colonial, en el Chile de Pinochet y en la Argentina de Videla.

Como eso ya no es posible en el Perú –así lo espero, sinceramente, aunque debemos recordar que en el fujimorismo no se quemaron libros pero sí personas luego de ser torturadas– hoy emplean otra táctica. Cuando Gana Perú busca precisar y ampliar su programa, incorporando nuevos consensos porque no es mayoría electoral, lo acusan de contradictorio y hasta de inconsecuente. No les gusta el programa pero tampoco los cambios al programa, escondiendo lo que es obvio: no les gusta Gana Perú y no quieren que gane Humala.

En realidad, lo que ha hecho Gana Perú es algo bastante sensato: ganar aliados para construir un gobierno de concertación nacional ya que no ha logrado ser mayoría electoral. Por eso las críticas son interesadas, ya que no quieren reconocer que si algún hecho puede detener o frenar el supuesto “chavismo” del nacionalismo o, también, el supuesto caudillismo de Humala, temas que “atemorizan” a esta derecha, es, justamente, una propuesta de gobierno de coalición. No estamos, por lo tanto, frente a un debate programático sino más bien frente a una campaña de desprestigio político de la derecha y el fujimorismo que no quieren ningún cambio en el país.

Incluso, esta campaña ha ido más allá y hoy se ha internacionalizado como lo demuestra la reciente intervención del expresidente colombiano Álvaro Uribe al afirmar que Chávez mantuvo relaciones con Ollanta Humala. Las pruebas serían los mails encontrados en las mitológicas computadoras del líder de las FARC, Raúl Reyes, y que han sido analizadas por el Instituto Internacional para Estudios Estratégicos (International Insitute for Strategic Studies-IISS).

El diario inglés The Guardian ha señalado que las conclusiones del estudio del ISS “se basan en la premisa falsa de que los documentos analizados son enteramente fiables”. La Interpol ha dicho que más de 9 mil documentos habrían sido modificados y que otros 2900 fueron eliminados entre el momento en que se atacó el campamento de las FARC y cuando se entregaron las pruebas. Según ese mismo diario el informe del ISS, think tank ligado al gobierno de George W. Bush, tendría como fin generar problemas entre Colombia y Venezuela, objetivo que hoy comparten la derecha internacional y Uribe que se opone al gobierno del presidente Santos. Todo indica que con esta última “denuncia” del fujimorismo y de la derecha nacional e internacional se ha iniciado la fase final de esta ofensiva que consistiría en desprestigiar el programa e insistir en el “chavismo” del candidato de G. P. Solo falta la campaña de demolición al propio Humala y sus más cercanos colaboradores. El amedrentamiento de sus simpatizantes ya se ha iniciado, como lo demuestran las cobardes amenazas contra César Lévano, Arturo Belaúnde, La Primera y colectivos y personas que se movilizan contra el fujimorismo.

La República 14.05.11


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